martes, 4 de agosto de 2009


14.

Mi abuela – que no era tuerta – me decía:
“Las mujeres cuestan demasiado trabajo o no valen la pena. ¡Puebla tu sueño con las que más te gusten y serán tuyas mientras duermas!
No te limpies los dientes, por lo menos, con los sexos usados. Rehúye, dentro de lo posible, las enfermedades venéreas, pero si alguna vez necesitas optar entre un premio a la virtud y la sífilis, no trepides un solo instante: ¡El mercurio es mucho menos pesado que la abstinencia!
Cuando unas nalgas te sonrían, no se lo confíes ni a los gatos. Recuerda que nunca encontrarás un sitio mejor donde meter la lengua que tu propio bolsillo, y que más vale un sexo en mano que ciento volando.”

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