Tú no te acordarás porque ni siquiera lo sabes.
Era cuando nos mirábamos y sólo te miraba yo,
que te buscaba las cosquillas pero sólo miraba yo,
y no había aún ni escalones, ni viaje, ni dibujos pornográficos.
Fue cuando me miraste a sabiendas de que te miraba
y viceversa,
que empezó entonces el viaje
(aunque el tiempo se hubiera parado empezó el viaje),
y bajé las escaleras de tus pupilas dilatadas
hasta el fondo de tus ojos
donde junto con la paleta de colores de tu iris
pinté, desnudo y con las manos,
el amor más obsceno que existe en tu cabeza.
Vino entonces el éxtasis a por mi y me encontró de pleno,
dialogando con tu sexo,
vencido al nirvana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario