sábado, 22 de noviembre de 2008

De Éluard para Dalí



ATARDECER CURVADO

El viento cazaba faisanes
un ojo cerrado el otro a saltos claros
burbuja de tormenta en el margen del camino
atravesaba la lluvia enlodada
un escalofrío templaba de acero
la persecución en pos de su sangre

La loca ciudad que cada día se calza de nuevo sus zapatos

¿Acaso no aprendí a franquear
de un clima a otro todos los meses
luego los años
y puse a prueba mi paciencia
con las mujeres que imaginé?

No puede medirse el desorden
y, sin embargo,
sólo gracias a la mujer perdura el hombre

La forja su vino bajo el hielo
en la esquina domaba la noche
ávida fascinada sumisa
cual la tela en las puntas de los senos
cual presa frente a su amante

En otra parte por el contrario
una ola negra que colma el corazón

En subterráneos infinitos
sensible retorno a tientas
prosiguen su camino serpientes
hacia la leche lisa de un único día
hacia el verdor del cielo fijo
que un niño señalará con el dedo

Un ala una sola ala sólo un ala
inútil penosa

Tenía yo sueños que las mujeres
esparcían con sus caricias
para recogerme a su sombra
si empecé por las mujeres
no acabaré hablando de mí.

PAUL ÉLUARD



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